jueves, 21 de febrero de 2013

Etéreamente transparente

Invisible doncella de pálido rostro,
caminando etéreos pasos sobre la nieve,
sin nada que denuncie su presencia,
sin nadie que note su intenso dolor.
 
La vida transcurre lenta a través de las sombrías ventana
tras las que la dulcemente invisible dama reposa.
~¿Cuándo me libraras de mi dolor?
Llora la doncella lágrimas de amargura.
~¿Alguien notara mi soledad?
Cuestiona con voz quebrada
a la vida que insulsa pasa de largo...
al lado de un ser invisible.

Cubierta de lágrimas, encorvada de dolor;
así vive -si es que merece llamarse así-
mudos gritos muertos en sus labios cerrados,
los ojos opacos, muertos de tanto llorar.

~¿Cuánto más deberé penar?
Clama la doncella de hinojos ante la inmensidad,
el abismo de la oscuridad abre su tenebrosa boca
y en ella la dama se ha despeñado...

Nadie lloró aquella llama extinta,
ningún lamento rasgó el silencio,
invisible fue su muerte,
como también su vida invisible fue.